El embrujo del número 13.
Black Sabbath anunció hace algunas semanas la edición de su nuevo álbum, que estará saliendo el próximo mes de junio con el título “13” y la presencia de tres de sus miembros originales: Ozzy Osbourne, Tony Iommi y Geezer Butler, en lo que es el primer álbum de estudio que hacen juntos desde “Never Say Die!”, de 1978. El disco, que se grabó en su mayor parte en Los Angeles, tiene como productor al célebre Rick Rubin, y Black Sabbath piensa acompañar su edición con una gira por Nueva Zelanda, Australia y Japón.
La noticia me hizo pensar en lo curioso que resulta que, en un medio como el rockero donde las supersticiones son bastante comunes, haya más de un artista que hayan optado por ponerle el número 13 como título a sus álbumes. Sin ir más lejos, Megadeth bautizó “Thirteen”, a su decimotercer larga duración, editado el 1º de noviembre de 2011, el que completó su contrato con el sello Roadrunner y que volvió a tener la presencia del bajista y miembro fundador Dave Ellefson. El título está estilizado con la utilización de algunos números en lugar de letras y se lee así: “TH1RT3EN”.
“Thirteen” fue también el título del cuarto álbum de los escoceses Teenage Fanclub, editado en 1993. Tomó su título de un tema también llamado “Thirteen”, en este caso del grupo de culto Big Star, liderado por el cantante y guitarrista Alex Chilton. Ese grupo texano de los años ’70 es citado como una de las influencias de Teenage Fanclub. Sin embargo, como si en este caso se cumpliera la supuesta maledicencia del número décimo tercero, el “Thirteen” de Teenage Fanclub –que tenía una pelota de basketball como ilustración de portada- no fue muy bien recibido por la crítica. Tal vez no fuere estrictamente por lo pobre de su contenido musical, sino porque la banda escocesa venía de editar, dos años antes, su obra maestra, “Bandwagonesque”, y es comprensible que cualquier esfuerzo posterior palideciera un poco en la comparación.
Continuando en el terreno del Britpop, “13” fue también el nombre del sexto disco de estudio de Blur, editado en marzo de 1999, un disco que vio a esos popes del rock inglés de los ’90 embarcarse en un sonido más experimental y psicodélico, con elementos de electrónica. La grabación tuvo lugar entre junio y octubre de 1998 en Londres y Reykjavik y fue producido por William Orbit, quebrándose así una larga asociación de Blur con el productor Stephen Street. Se dice que para ese entonces las relaciones entre los miembros de la banda estaban algo tirantes y que no todos los músicos estaban presentes al mismo tiempo en las sesiones de grabación. Tal vez haya contribuido a esto el estado de turbulencia mental del cantante Damon Albarn, quien venía de concluir una larga relación sentimental con Justine Frischmann, por entonces cantante del grupo Elastica. Uno de los grandes temas de “13”, “Tender”, alude precisamente a la ruptura amorosa entre ambos.
En definitiva, a lo largo de las décadas de rock, hubo varias bandas que desafiaron la supuesta “mufa” del número trece y titularon de esa forma a sus álbumes. Hubo una recopilación de The Doors –hoy un tanto olvidada- que apareció en 1970 en vinilo, aunque nunca se editó oficialmente en CD. También se llamaron “Thirteen”, discos del ex Stray Cats, Brian Setzer, de la banda country Ozark Mountain Daredevils, de Second Coming, de Emmylou Harris y de Six Feet Under, entre otros. Y en cuanto a nombre de grupos, no olvidemos, sin ir más lejos, el del mismísimo Calle 13.
Pero, volviendo a la asociación del número 13 y la supuesta mala suerte que acarrea, muchos descartan esta creencia y la adjudican a la superstición. ¿Y qué es en última instancia una superstición? De acuerdo al pequeño diccionario Oxford, es “la creencia en la existencia de un poder sobrenatural.” El diccionario también habla de “un miedo irracional a lo desconocido” y por último, de “una religión o práctica basada en dichas tendencias.” Ahora, si examinamos esta definición en detalle podemos decir que una superstición es la creencia de que hay fuerzas sobrenaturales que pueden influenciar los eventos de la Tierra y, en el caso concreto del martes 13, por ejemplo, pueden concentrarse en una fecha determinada para ejercer una influencia
El número trece tiene mala prensa desde la antigüedad, por lo menos a partir de que el rey griego Filipo de Macedonia muriera asesinado después de añadir su propia estatua a la hilera que formaban las de los doce dioses. El Nuevo Testamento, por otra parte, señala que en la Ultima Cena había trece comensales y ya que estamos en lecturas bíblicas, cabe señalar que es el capítulo trece del Apocalipsis el que se refiere a la venida del Anticristo y de la Bestia.
Podrá decirse que las supersticiones son para ignorantes y atrasados, pero esto no evita que varias compañías aéreas supriman la fila trece de sus aviones y otras tantas cadenas de hoteles pasen del piso doce al catorce en sus establecimientos. La del 13 es una de las supersticiones más difundidas, aunque asociada con una fecha, lo que difiere es el día de la semana que se considera fatídico. Para el mundo de habla hispana es el martes y para los anglosajones es el viernes.
Están, sin embargo, los que consideran que el 13 tiene asimismo una connotación opuesta, es decir, que es un número de fortuna. Yo no sé si este fenómeno de dar vuelta la cosa y pasar a considerar un símbolo negativo como positivo tiene un nombre para los estudiosos en psicología pero estoy seguro que todos esos músicos que han bautizado “Thirteen” a sus discos no lo han hecho, precisamente, para que su álbum sea ignorado y se quede en el fondo de los ránkings, ¿verdad?.
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